la televisión interactiva. Son mucho más propias de un ordenador en red que
de la televisión interactiva características como la comunicación de uno a
muchos y de muchos a uno, la flexibilidad de uso y comunicación a través de
voz, texto y vídeo, ya sea a nivel individual o en grupo, el uso del medio como
plataforma de producción y procesamiento de información y el potencial de
creación de mensajes propios.
Las experiencias de las últimas dos décadas en cuanto a la iTV se ciñen casi
siempre a la creación de plataformas que incorporan diversas tecnologías, per-
mitiendo a los usuarios, a través del pago de una cuota fija o de pagos por uso,
escoger diferentes cámaras en un partido de fútbol, votar en un talkshow o en
otro tipo de programa o escoger una película (Richieri 2000).
La escasa innovación a nivel de contenidos se debe sobre todo a la incapa-
cidad de invertir sustancialmente en la iTV para producir nuevos contenidos
capaces de ser interactivos. Como sugiere Richieri, este es un período de fuer-
tes obstáculos al cambio debido a la pretensión por parte de los canales de tele-
visión de recuperar rápidamente la inversión realizada. Esa es probablemente
una realidad difícil de superar incluso considerando Internet en la televisión,
es decir, la posibilidad descrita por Tadayoni (2002, 2004) de Out of Band (OOB)
e In Band (IB), o sea la transmisión del envío por la misma vía de difusión de la
señal televisiva y el retorno por otra vía paralela (normalmente el teléfono) o
la transmisión junto con otras señales televisivas de difusión, o incluso la tele-
visión en Internet, algo que tecnológicamente parece más difícil por el ancho
de banda necesario (la HDTV necesita 20Mbit/s y la SDTV 4 Mbit/s).
En el primer caso, las pruebas han demostrado que Internet es esencialmen-
te una actividad centrada en los lugares adscritos al trabajo intelectual (ya sea
en casa o en el trabajo), mientras la televisión está asociada a los espacios de
ocio en casa. En cuanto a éstos, las posibilidades de integración pueden ser más
interesantes, incluso considerando las advertencias de Aldo Grasso, que sugie-
re que la cuestión no está en la innovación tecnológica o de contenidos sino
en la propia necesidad de inventar una nueva audiencia: una audiencia en la
que el telespectador que quiera interactuar para buscar en un amplio abanico
de opciones tenga mucho tiempo a su disposición, dominio de lenguas y dine-
ro para gastar. Es decir, para Grasso (2004) hay que superar también la brecha
mental y no sólo la brecha digital.
© Editorial UOC 203 Una constelación de redes
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