La opción en Europa parece ser la filmografía americana, seguida de la
nacional y sólo en último lugar la visión de producciones originarias de otras
culturas nacionales europeas. Una posible explicación para ese fenómeno
puede residir en primer lugar en cuestiones económicas de compras de paque-
tes para distribución televisiva así como una opción de programación, pero
también puede radicar en el modelo antes descrito para el cine en este inicio
de siglo.
Mientras el cine americano busca una síntesis entre la problematización de
la vida privada y el entretenimiento, el cine europeo pretende a menudo explo-
rar una de las dimensiones por separado y cuando lo hace limita la amplitud
de su alcance cultural desde lo global hacia lo nacional. Esa podría ser una de
las posibles causas para explicar su menor atractivo fuera de su ámbito, lo cual
queda corroborado por el éxito de películas europeas más allá de sus fronteras
y en los propios EE.UU. cuando se aplica la síntesis del modelo (ejemplos de ese
éxito pueden encontrarse en películas como Goodbye Lenin, Jet Lag, Amélie o las
obras de Pedro Almodóvar).
En el ámbito del entretenimiento queda abierta otra cuestión, en este caso
sobre los concursos televisivos. Después de los grandes éxitos de los años
noventa y en los inicios de 2000, en este momento se está reduciendo su pre-
sencia debido a la disminución de las audiencias. El modelo de los concursos
televisivos parece obedecer a dos lógicas. Por un lado, los formatos establecidos
con éxito pueden aspirar a una vida bastante larga; por otro lado, los concur-
sos no dejan de tener sus propios ciclos de vida. Es decir, aunque formatos
como “El rival más débil” o “Quién quiere ser millonario” hayan estado pre-
sentes en más de veinte mercados (desde 2000) y en más de sesenta países
(desde 1998) respectivamente, el interés de las audiencias llega a su límite.
Otra relación que puede explorarse es la que existe entre la disminución de
la atención dada a los concursos y el éxito de los llamados reality shows. Esa es
una relación que los datos conocidos para diversos países (como EE.UU., Reino
Unido, Alemania, Francia y Holanda) parecen confirmar. No obstante, hay que
tener en cuenta otra relación más ligada a la política de gestión de corto plazo
de las programaciones.
© Editorial UOC 187 Una constelación de redes
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