veces transferida) a otros centros de poder (Lyon 1995, Poster 2000, Castells
2003).
Para Eco, el gran hermano Orwelliano no es el de la televisión,39 donde millo-
nes de “voyeurs” observan a un único exhibicionista. Hoy el gran hermano que
nos observa no tiene rostro y no es uno solo: es la totalidad de la economía glo-
bal (Lyon 1998, Rodotà 2000). Y es a partir de ese creciente reparto del control
que se está produciendo también un movimiento de cambio cultural en la per-
cepción de lo que socialmente valoramos de cara a la reserva (Eco 2000).
La dimensión cultural de valoración de la privacidad, o si se prefiere de la
reserva, no es del todo un principio adquirido. Al contrario, si no nos referimos
a los grupos de activistas de la privacidad en Internet (Castells 2004), pocos más
son los que abordan estas cuestiones en el contexto público, es decir, al mar-
gen de aquellos que pretenden mantener secretas las transmisiones comercia-
les, de los que pretenden que no se viole la correspondencia personal o sus
beneficios y de quien elabora datos de investigación que aún no quiere publi-
car; aparte de éstos, pocos más son los que aparentemente incluyen en su agen-
da esta temática de la reserva (Eco 2000a; Castells 2004).
Aunque la evolución tecnológica pueda interferir en la percepción cultural
del concepto de reserva, existen razones que radican también en la propia evo-
lución de los modelos económicos de los medios de comunicación de masas y
que pueden ayudar a explicar esa devaluación. A lo largo de las dos últimas
décadas se observa una clara evolución en la definición del criterio de noticia,
que hasta cierto punto puede explicarse por razones de supervivencia económi-
ca de los medios de comunicación pero que también afecta a los propios crite-
rios de los modelos de entretenimiento.
La argumentación de Eco (2000a) es que la primera variación en el campo de
la definición de noticia surgió con la prensa escrita. Hasta hace algunos años exis-
© Editorial UOC 145 Modelos comunicacionales y sociedad informacional
39. El nombre “Gran Hermano” (en inglés, “big brother”) se inspira en el libro “1984” del escritor
inglés George Orwell. En esta obra, todos los habitantes de un país ficticio son vigilados a diario
por cámaras que funcionan como los ojos del gobierno. El primer programa de la serie fue emiti-
do por el canal holandés Veronica el día 16 de septiembre de 1999. En el año 2000, el fenómeno
de “Gran Hermano” empezó a ser exportado a otros 19 países como Alemania, España, Estados
Unidos, Inglaterra, Portugal, Suiza, Suecia y Bélgica. En todos ellos, el programa fue un fenómeno
en términos de audiencia y polémica (Carola, 2002) Véase también GRAÇA, Susana da Nóbrega
(2002), MOTA, Helena Isabel (2002) y CINTRA TORRES, Eduardo (2002).
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