particularmente de Internet: todo el mundo puede ser productor de informa-
ción, o mejor, más allá de tener acceso a la información también tiene el dere-
cho de comunicar la información que elige cada uno. La argumentación de
Hamelink, siguiendo propuestas similares de Eco (2000) y Castells (2004), es
que la ciudadanía sólo puede considerarse completa cuando tiene unos cono-
cimientos para el uso de las nuevas tecnologías, lo que también implica como
tal el acceso a la cultura y la educación y consecuentemente al ejercicio de la
libertad de elección.
“No se puede producir un diálogo efectivo entre personas cuyas vidas están amena-
zadas, que no tienen libertad para hablar o para reunirse, que no tienen recursos para
expresarse, que no pueden hablar en confidencialidad y en privado o a quienes les
son negadas las formas más básicas de educación y participación cultural.”
(Hamelink 2004)
Otra de las aportaciones importantes para aclarar qué es el empoderamien-
to individual y la autonomía sociocomunicativa en la sociedad en red es que al
contrario de otras perspectivas como la de Schiller (1999), para Hamelink
(2004) no hay motivo para establecer una diferencia entre la dimensión de con-
sumidor y la de ciudadano al no centrarse en el tipo de acceso a la información
sino en las condiciones para expresar la opinión. Si para Poster (1999) la infor-
mación, al convertirse en un término privilegiado en nuestra cultura, está ori-
ginando la idea del “individuo informado”37 como nuevo ideal social, creando
una lógica de pertenencia a la que las clases medias –un grupo al que “todo el
mundo” excepto los “sin techo” parece pertenecer– tienden a otorgar impor-
tancia, para Hamelink deberá enfrentarse a la idea del “individuo dialogante”.
En opinión de éste, el empoderamiento comunicativo depende de la capacidad
de los medios de comunicación de contribuir para asegurar el ideal de comuni-
© Editorial UOC 143 Modelos comunicacionales y sociedad informacional
37. El ideal de hombre informado no tiene por qué traducirse en la idea de alguien que lo sabe todo,
pues como Umberto Eco respondió a la pregunta de un periodista sobre “qué es un hombre culto”,
éste es “alguien que no sabe nada, ni la fecha de la muerte de Napoleón, pero sabe dónde y cómo
encontrar la respuesta en un momento” (Eco 2000). De ahí que se pueda argumentar que en la era
de la información, una de las divisiones más comunes sea entre quien recibe la información sobre
lo que sucede, procedente de fuentes públicas generalistas (periódicos, televisión, páginas online) y
quien posee las competencias necesarias para encontrar la información buscada entre la multiplici-
dad de fuentes informativas de los medios de comunicación de masas, Internet y las bibliotecas. Es
decir, no es el dominio de la tecnología lo que marca la diferencia entre dos sujetos sino la forma
en que manejan las posibilidades ofrecidas por esas tecnologías de mediación.
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