no informativo entre electos y electores y un papel cada vez más importante
otorgado a la reflexividad como instrumento de elección.
De este modo se produce un cambio de nuestras dimensiones temporales y
espaciales de la vida social identificable en la reducción del tiempo de entrega
de formas simbólicas, de la televisión a los textos susceptibles de ser descarga-
dos de Internet o en el hecho de que la distancia espacial no implica un distan-
ciamiento temporal proporcional. Nuestra época es la primera en la que se des-
cubre la simultaneidad aespacial (Thompson 1997), es decir, la coordinación y
visualización de eventos que se dan de forma simultánea pero en espacios dis-
tintos (como por ejemplo las manifestaciones mundiales contra la guerra de
Iraq en febrero de 2003).
Aun teniendo presentes las definiciones anteriores, cabe señalar que los
medios de comunicación también evolucionan en función de su contextua-
lización histórica y del cambio tecnológico. Por ejemplo, los medios de
comunicación nacidos con la innovación tecnológica de finales de los años
setenta permitieron nuevas formas de organización de la producción, del
acceso al conocimiento, de funcionamiento de la economía y consecuente-
mente nuevas formas de cultura. Al igual que Thompson (1997), Castells
(2004b) sugiere que los medios de comunicación, en este caso Internet,
suponen una gestión diferente del tiempo y del espacio de nuestras redes de
relación entre empresas, familiares, amigos, estado y ciudadanos o entre
naciones.
Pero ésta es también una sociedad donde nuestro sentido del pasado y las
formas cómo percibimos el presente y el futuro dependen cada vez más de un
campo de exposición de las formas simbólicas mediadas o de una virtualidad
real (Castells 2002, Thompson 1997). La relación entre medios de comunica-
ción y sociedad, fruto de la apropiación social ampliada por los propios medios
de comunicación de los conceptos de algunos autores, como en el caso de
McLuhan y su aldea global, ha contribuido en gran medida a aceptar la existen-
cia de correspondencias muy precisas entre los modelos de comunicación y los
modelos de sociedad (Ortoleva 2004).
Si parece claro que las tecnologías de la información y comunicación pue-
den facilitar la adopción de modelos de organización social, ¿será también
posible sugerir una correspondencia entre modelos de comunicación y mode-
© Editorial UOC 121 Modelos comunicacionales y sociedad informacional
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