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la rEprEsEntación documEntal
del animal que se ha de cazar mediante su pintura en la piedra,
o como vehículo de engarce y participación de la divinidad en la
música.
En este sentido, las tecnologías aplicadas a la representación,
las máquinas, son tan importantes como el contenido que vehicu-
lan, y hay entre ambas dimensiones un profundo juego dialéctico
de reciprocidades y conflictos.
Las estrategias de representación y la manera en que estas se
presentan y exponen conforman un “hecho de cultura”, es decir,
un acto responsable que permite la construcción de un mundo
desde el cual miramos y hacemos ver.
La proyección luminosa sobre una pantalla plana y bidimen-
sional –ancho y alto– configura una manera de ver y estetizar la
realidad. Es decir, que el dispositivo y las estrategias utilizadas
en la construcción de la representación varían la forma que esta
adquiere. Genera una comprensión determinada de la propia
realidad.
Desde este punto de vista, la realidad no es un a priori que
ya está ahí y que resta impasible a su desvelamiento, sino que la
“realidad se produce continuamente”.4
Lo fascinante de la representación audiovisual, se produzca
esta en cualquiera de los espacios disponibles en nuestros días
para tal cometido (teatro, cine, televisión, sala de concierto, espa-
cio público), es su capacidad de ocultar sus propios mecanismos
de construcción, su nivel máquina diríamos, para crear un estado
de conciencia inducido donde el espectador o usuario acepta
como naturales las reglas de un juego sofisticado.
Esta ocultación de los mecanismos de representación audio-
visual actúa a la vez en su reverso, es decir, mediante el efecto de
una transparencia: La representación audiovisual de la realidad
con base en la reproducción mecánica o electrónica (fotografía,
4. Paul Fayerabend, Tratado contra el método. Madrid: Tecnos, 1981.