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dispositivo y comunicación
obras como la de Anthony McCall (Line describing a Cone, 1973),
donde el haz de luz blanca emitido por un proyector crea un cono
de luz en el espacio, o la proyección de luz blanca de los propios
proyectores en las instalaciones de Bruce Nauman (Rotate glass
Walls, 1970).
Estos nuevos puntos de vistas y cambios en el contexto y
percepción de la producción audiovisual habían sido también
propiciados por el surgimiento del pop art. Podían apreciarse en
la práctica cinematográfica rupturista de Andy Warhol: las ocho
horas de Empire (1964), un único plano del rascacielos de Nueva
York, y sus otras obras de doce o veinticuatro horas sugieren la
necesidad de un nuevo tipo de contemplación, ya que la butaca y
la sala de cine carece de sentido frente a estas obras no narrativas
y de singular metraje.
Filmes experimentales que tratan más sobre el paso del tiempo
que de un relato dramático. Imágenes para ser vistas en cualquier
momento y sin continuidad, imágenes para tener proyectadas de
fondo en una habitación. La ruptura con el concepto convencional
del espectador, aquel del cine de hora y media de concentración.
Obras que juegan con el tiempo y también con el espacio.
Warhol propone en Chelsea Girls (1966) cuatro proyecciones
simultáneas que dan paso a espacios diferentes, y a personajes
y situaciones que se tejen de manera aleatoria ya que los cuatro
proyectores que trabajaban en forma simultánea no mantenían
una sincronización fija. De esta manera el encadenamiento del
relato es siempre diferente.
En este tipo de cine no narrativo, dirigido a plantear un meta-
discurso sobre el propio dispositivo, nos encontramos entonces
en el desarrollo de nuevas prácticas: el expanded cinema, el screen art,
la instalación en monitor, en múltiples monitores, en pantalla, en
multipantallas, formas que se han dado en llamar como “cine de
exposición”. Formas audiovisuales que acotan hoy día su espacio
de proyección y su función comunicativa a las galerías de arte y
a los museos.