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Tomemos como punto de referencia el nivel 0, donde según
Flusser se produce un cambio importante de los paradigmas
habituales: “de la subjetividad, se pasa a la proyectividad”.
Flusser suele jugar con la raíz etimológica de las palabras:
“proyección”, proviene del término latino proiere (‘tirar hacia
fuera o hacia delante’), lo que denota una acción constructiva.
Significa también modelar la forma de algo. Un proyector no solo es
una máquina que lanza imágenes, es también un planificador, un diseña-
dor.70
En los inicios de la modernidad, momento clave en el desa-
rrollo de nuestra cultura contemporánea, se produce un punto
de inflexión de constante referencia para Flusser. Estos matices
connotativos, estos conceptos que crean acción, se expresaron con gran fuerza
en las prácticas experimentales de los alquimistas: La etapa más elevada de
la transmutación desde una materia básica hasta el metal preciado y precioso,
brillante, se llamaba proiectio.71
En esta nueva intersubjetividad de la proyección, las imágenes
nos alejan cada vez más del mundo material. La computación,
la informática como forma de pensar en números es un “pen-
samiento formal, totalmente abstracto”, de manera que al pasar
por la dimensión-cero (números puros) perdemos mucho, perdemos casi todo
lo que resultaba tan valioso para nosotros en la tradición europea de la ilus-
tración, de la conciencia crítica… Perdemos la relación directa con lo
orgánico en pos de un mundo virtual. Pero potencialmente ganamos
mucho –a lo mejor algo que todavía no somos capaces de nombrar…72
La descripción y análisis de esta “caja negra” tal como Flusser
denomina al misterio al que nos empuja una nueva fase cultural
y que se manifiesta en la relación entre el in-formar (dar forma)
y el comunicar, es el trabajo teórico/conceptual al que se aplicó
Flusser.
70. V. Flusser, Una filosofía de la fotografía. Madrid: Síntesis, 1983, pág. 166.
71. Siegfried Zielinsky, op. cit. pág. 2.
72. Siegfried Zielinsky, op. cit. pág. 3.